El optimismo vuelve cada vez que algo crítico sucede en
el país, lo cual es muestra de que la necesidad de salir de la crisis no está
presente en los venezolanos a menos que ocurra algo que nos impulse por algunas
semanas hasta desistir de nuevo. Como muchos de mis profesores dicen, "el
venezolano olvida rápido", sólo recordamos aquellas cosas, eventos o
situaciones que nos proporcionan felicidad o relajación como días feriados, y
cumpleaños. El pasado 12 de febrero me sorprendió ser una de las pocas personas
que recordó con dolor la muerte de Bassil y Robert. Esperaba con ingenuidad que
el hecho de que hubiese pasado un año de sus muertes volvería a motivarnos
sabiendo, sobre todo, que sus asesinos siguen libres, y que un hombre que, de
lo único que es culpable es de motivarnos, tiene un año preso.
Cada día, a las largas colas fuera de los supermercados
se les suma un miembro más de otra familia que se ve en la obligación de pasar
horas en una fila pues no hay otra manera de conseguir alimentos y productos de
primera necesidad a un precio razonable y que no afecte tan dramáticamente el
bolsillo, ya que para colmo en las afueras de los establecimientos, los
buhoneros los revenden al triple, sino hasta más. Entonces, ¿qué se necesita
para impulsarnos? En una entrevista a Emilio Lovera en Madrid, una de sus
respuestas causó mucha polémica pues se dirigió a los venezolanos como
"brutos" refiriéndose a como tomamos malas decisiones en cuanto a
política se trata. El venezolano es descuidado y hace lo que quiere, y quizá el
miedo y el rechazo a cambiar nacen de esa ventaja que tenemos de cumplir las
reglas a nuestro modo, siempre favoreciendo a los que queremos y a nosotros
mismos.
El arresto a Antonio Ledezma demuestra como algo está
mal, y aun así muchos lo celebran, apoyando a una voz que se esconde tras el
recuerdo de un fallecido presidente y que presume tener pruebas de que todos
los que piensan diferente quieren deshacerse de él, cosa que probablemente sea
cierto pero no de la manera en la que ellos lo pintan. Tristeza, rabia e
impotencia es todo y lo único que siento al oírlos hablar y más aún al ver la
cantidad de personas que por conveniencia o no, apoyan y predican todo lo que
dicen cual robots. Aunque cueste aceptarlo la solución a todos nuestros
problemas ya no es de índole político. Reelegir, cambiar o derrocar a los que
actualmente ocupan el poder no solucionara ni el 60% de nuestros problemas,
porque el problema somos nosotros y si no cambiamos, cosa que no sucederá, al
menos no por ahora, nada mejorará pues al fin y al cabo fuimos los que permitimos
que la situación se prolongara.
¿No
sería mejor entonces concentrarnos en cambiar la forma de pensar de aquellos
que aún viven en ese mundo de fantasía, de la manera más pacífica y con
paciencia, que esperar y pedir por un nuevo líder que probablemente sea peor o
no solucione nada? Unámonos, juntos somos más fuertes, pero no físicamente
hablando, es mucho más lo que podemos hacer y lograr como personas y país
pensando más y a futuro sin estancarnos en el pasado. Produzcamos; produzcamos
nuestra propia materia prima, nuestros alimentos, fabriquemos autos,
fabriquemos ropa, hagamos de nuestros amigos, familia, y conocidos mejores
ciudadanos ¿por qué verlo como un sueño si somos capaces de hacerlo realidad?
Hagamos realidad el país que muchos sueñan tener.
¡De
nosotros depende, trabajemos por un mejor país!
Con sólo 18 años no pretendo que este pobre texto influya
mucho en su manera de pensar por lo que lo mejor que puedo hacer es
recomendarles uno de los mejores libros que he tenido el placer de leer en mi
corta vida y que hizo que mi manera de pensar con respecto a nuestra situación,
se expandiera más allá de solo decir que "el chavismo no sirve" o
"la oposición tiene la razón". Se llama: "La Variable
Independiente: El rol de la idiosincrasia en el desarrollo de Venezuela"
de Alberto Rial. Edición 2008. Editorial ALFA.
Mi manera de pensar hoy en día no es ni oficialista ni
opositora, es simplemente diferente y ese diferente es lo que probablemente
algún día nos saque de este embrollo en el que nosotros mismos nos metimos, mi
manera de pensar es VENEZOLANA.
Laura Ysabel
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