La situación en Venezuela ya pasó de ser inaudita a
ridícula. Lo más absurdo de todo es cómo aún hay cierta parte de la población
que se molesta cuando alguien con un poco de consciencia, critica lo que es
obvio y lógico, y algo más ridículo todavía, es como aun dicen que no nos
parecemos a Cuba en lo absoluto. Pues nos parecemos en todo, sobre todo en ese
pequeño detalle de que muchos, más bien demasiados, admiran y dan la vida por
un líder que es todo menos eso. Nos estamos ahogando, y en lugar de buscar la
orilla, permitimos que nos llenen más el charco cuando no sabemos ni nadar,
porque o nos hicieron olvidar como hacerlo, nunca nos enseñaron o simplemente
nos ataron y castigaron, por así decirlo, al punto de hacer que nos cansáramos
sin ni siquiera intentar escapar. Todo como parte de su estrategia que es muy
simple y destructiva: adueñarse de algo que nunca fue, es ni será de ellos,
nuestro país y lo peor, de nosotros.
Crearon el Sistema Integral para el Acceso a los
Medicamentos (Siamed) que controlará la venta de medicinas para las
enfermedades crónicas. Quien las padezca tiene que registrarse por Internet lo
cual le permitirá a la persona recibir una especie de notificación (según lo que
se ha comentado) para que sepa cuando llegan los medicamentos y poder ir a
retirarlos a cualquiera de las 6.700 farmacias que participaran en el nuevo
sistema, o sea, la más grande ridiculez que pudo crearse. Este es el único país
del mundo en el que pasa eso y la gente lo celebra y justifica, como si fuese
normal que para comprar una caja de pastillas tengas que registrarte en una
página de Internet.
Supongo que en su
desesperación porque no hay dinero creen que así evitaran, que lo poco, lo
único que llega y pueden comprar, se agote y tampoco se hagan colas, cuando
lógicamente, como cualquiera que piense y razone puede deducir, pasara
exactamente lo contrario: más colas, más desabastecimiento y quien sabe que
más. Algo completamente extraño es que según el ranking de la ONU, Venezuela
está entre los países más felices del mundo; aunque no suena muy extraño en
realidad. El venezolano, a mi parecer, tiene una la extremadamente maravillosa
capacidad de "echar pa'lante" y hacer de todo lo malo un chiste, una
anécdota y buscarle la vuelta, cosa que sin duda alguna creo que es lo que nos
mantiene cuerdos y respirando, porque de lo contrario opino que seriamos el
país con la tasa más alta de suicidios del mundo. El venezolano es tan
carismático que ya hasta algo tan tedioso como hacer una cola de horas, para
que quizá no pueda comprar nada, lo convirtió en el más grande evento de cada
día, con sillas, música, amigos, familiares, peleas y hasta bebidas, lo más
parecido a una reunión casual y que es diaria.
Hay que darnos crédito, debo admitirlo, hacemos de lo
peor la más alegre situación, pero lamentablemente el hecho de que hagamos eso
significa que poco a poco nos acostumbramos a todas las burradas e
incompetencias, que nos lanzan cada día en la búsqueda implacable de ellos por
obtener más dinero y poder. Algo que no queremos que nos diga nadie, y tampoco
queremos admitir, al menos la mayoría, es que estamos como estamos por cobardes
y conformistas pues si de verdad quisiéramos "echar pa'lante", no nos
iríamos del país y simplemente nos arrecharamos en todo el sentido de la
palabra por todas las injusticias que hasta los mismos chavistas saben que están
ocurriendo, pero como eso no sucede ni sucederá supongo que sólo nos queda
aferrarnos al refrán: "no hay mal que dure 100 años...", y esperar lo
mejor.
Laura Ysabel
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