diciembre 14, 2016

Entrevista

El experimentado tuvo la oportunidad de conocer a Rafael Caldera y de proponerle hacer un estudio sociológico

Un italiano que se siente más venezolano que europeo

Mario Bruno, un comerciante nacido en Calabria una pequeña región del país de la pizza, reside en El Tigre desde hace más de seis décadas ya que a los cinco años, emigró a Venezuela debido a los estragos en su tierra causados por la II Guerra Mundial

Laura Medina.

Especial.- Con el ruido de los carros pasando por la calle del frente, rodeado de más de una docena de dibujos hechos por sus 10 nietos y pegados en la pared de su local de venta de equipos de seguridad en El Tigre, el ingeniero italiano y además comerciante Mario Bruno hace su vida en su tienda junto a tres de sus siete hijos.

Buscando algo mejor, cuando tenía cinco años, su familia primero optó por refugio en Argentina antes de llegar a Venezuela por la Guaira. Llegó al país cuando tenía aproximadamente siete años. Su salida de Italia se debió a la destrucción y malas condiciones que le dejó la II Guerra Mundial a su pueblo natal, Calabria. 

Llegó con sus padres, su hermano y su hermana e iniciaron su nueva vida en El Tigre, estado Anzoátegui, donde ha vivido gran parte de su vida.

Trabajó en una importante empresa petrolera en Puerto Ordaz, estado Bolívar por lo que vivió ahí también durante un tiempo, hasta que renunció por problemas con los directivos y decidió abrir su propio negocio.

Bruno estudió bachillerato en el Liceo Briceño Méndez en el municipio Simón Rodríguez, se graduó en el año 1968 con uno de los mejores promedios, lo que le permitió optar por una beca en ingeniería en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Tras destacar también como uno de los mejores promedios de la UCV tuvo la oportunidad de ir a estudiar a Estados Unidos. “Me fui a Miami pero cuando llegué me di cuenta de que no aprendería inglés por la gran cantidad de latinos que había, así que me fui a Nueva York pero pasó lo mismo, fue ahí cuando decidí irme a Canadá”, contó.

Bruno estudió en la universidad de Brock en Ontario, donde obtuvo un master en planificación industrial, idiomas y química, también experimentó con cátedras como el teatro y la literatura. “El teatro es algo hermoso, hay escritores excepcionales. Yo era muy mal actor pero aprendí muchísimo de la literatura, sobre todo gracias a mis increíbles profesores. 

Estudiar en Canadá fue una de las mejores experiencias que he tenido y se lo recomendaría a cualquiera”, reseñó el empresario.

Bruno fue uno de los fundadores del Instituto Universitario Técnico José Antonio Anzoátegui (IUTJAA) de El Tigre y su padre ayudó a construir la Plaza Bolívar de la misma ciudad, cuando trabajaba como albañil al momento de su llegada al país, Además habla cinco idiomas; inglés, italiano, portugués, francés y español.

El ingeniero fue presidente de la Cámara de Comercio de Guanipa y es considerado como uno de los fundadores de la orimulsión, que es un proceso químico por el que pasa el petróleo extra pesado cuando se une al agua. “No soy el creador de la orimulsión pero puedo decir con certeza que fui una de las primeras personas en dispersar, en agua el bitumen extra pesado”, afirmó en medio de risas.

Agitando mucho las manos, como una especie de tic nervioso, cuenta con mucho orgullo y emoción en su rostro que se siente más venezolano que otra cosa y que no hay nada como una arepa o una empanada. “Yo soy más venezolano que cualquiera que haya nacido aquí, amo mucho a mi país no hay nada más rico que una arepa, de esas que tienen el huequito en el centro, y las empanadas también”, decía aun con rastros de su acento italiano en su habla.

Mario Bruno no volvió a visitar Italia desde que emigró, sus hijos si conocen el país pero él admite que nunca le llamó la atención volver, sino hasta ahora que ya está viejo. Ha conocido Colombia, Canadá, Estados Unidos y gran parte de Venezuela y admite que aun teniendo todas las posibilidades de irse jamás dejaría su país pues piensa hay que quedarse a luchar por él.

“Pudiendo irme jamás lo haría, este país es mi casa, es mi hogar e incluso hablando inglés, hablando italiano y teniendo muchas posibilidades jamás me iría, y mis hijos siempre me dicen que ellos tampoco lo harían y eso sin yo haberles pedido que se quedaran”, relató con orgullo.

Vistiendo una camisa de la selección de Italia, o como él la llama “mi selección azurra”, aun cuando jamás volvió a su tierra, Bruno afirma que en un partido entre la Vinotinto y la selección de Italia, preferiría que quedaran cero a cero pues el amor que siente por ambas selecciones es inmenso.

Ha estado casado dos veces, su primera esposa la conoció en Canadá y con ella tuvo su primer hijo. Uno de sus recuerdos más hermosos fue el día que llegó al Aeropuerto de San Tome y sus amigos, músicos todos, lo recibieron en la entrada esperando para conocer a su primogénito. El comerciante dijo que fue un momento hermoso y uno de sus recuerdos más especiales, pues asegura que no recuerda ni su graduación con tanto detalle cómo recuerda ese recibimiento.

Con su segunda esposa, “mi criollita” como él la llama, tuvo sus otros seis hijos, todos hombres y profesionales incluyendo un odontólogo, dos abogados, y cuatro ingenieros. Afirma que no se arrepiente de no haber tenido hijas pues ahora tiene cuatro maravillosas nietas y las ama a todas, pero su favorita, señaló en secreto, es la mayor pues se llama como su esposa: Ana Sofía.

Mario Bruno afirma que cuando regresó de Canadá encontró a Venezuela muy cambiada y que no se explica como un país con tantos valores pudo acabar en las condiciones que enfrenta hoy en día por lo que su mensaje es simplemente invitar a la producción e industrialización del país, pues expresa que la nación mejorará cuando los ciudadanos mejoren y trabajen por lo que merecen.


Habiendo hecho casi de todo un poco, teniendo una larga experiencia de vida y habiendo sufrido las consecuencias de la Guerra, el magnate dijo que aunque no está de acuerdo con ellas, una Guerra a veces es lo que se necesita para curar a un país y empezar de nuevo, por más destructor, devastador y doloroso que sea.

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