diciembre 14, 2016

Crónica

Toda una isla en alerta

Por insólito que parezca, en Venezuela, la muerte de un delincuente es “honrada” con disparos al aire y procesiones que colapsan a toda una ciudad. Si así despiden a los malos…

Medina M., Laura Y.

La tensión, alerta y miedo que se vivió por tres días en la Isla de Margarita, arrasó por completo con la dinámica de la ciudad. Algo raro estaba sucediendo. Había toque de queda.

Reconocido pran, ahora también a nivel internacional y colmado de apodos, Teófilo Alfredo Rodríguez Cazorla, alias “El Conejo”, “El Patrón”, “El Jefe”, “El Promotor de la paz” o incluso hasta “El Papa” fue para quienes lo rodeaban un “héroe”.

Desde el momento de su salida de la cárcel de San Antonio en 2014 o, más bien, el “paraíso” que él construyó, Rodríguez Cazorla no permanecía en la isla por largos períodos de tiempo por temor a ser asesinado, por lo que viajaba constantemente a Panamá y México. 

Creó su fama como traficante de drogas acogiéndose en la excusa de que sus actos delictivos eran sólo para favorecer a los más pobres. Auténtico reflejo de la situación política del país.

Saliendo de una discoteca ubicada en la calle 4 de Marzo de Porlamar, en el Estado Nueva Esparta, “El Conejo”, sobrenombre que aún causa revuelo entre los margariteños y que es sinónimo de delincuencia, fue asesinado a tiros, cinco en concreto, la madrugada del 24 de enero de este año entre las 4:30 y 5:00 a.m. Falleció aproximadamente a las 8:53 de la mañana de ese mismo día.

“El Chiripa”, quien sería su hijastro, resultó herido esa madrugada tras recibir al menos dos, de los 70 impactos de bala que recibió el vehículo en el que se encontraban, al igual que “Fidel”, “El Chino” y “Moreno”, quienes habrían jugado el papel de escoltas de Rodríguez. La mayoría de las hipótesis apuntan a que el asesinato del ex presidiario se debe a un ajuste de cuentas por un grupo armado extranjero.

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Desde la tarde del 25 de enero hasta la noche del 26, un estado de ansiedad reinaba en el ambiente. El miedo se sentía en cada rincón de la ciudad, hechos como la soledad de las calles y el cierre a tempranas horas, o incluso la no apertura de muchos locales, hablaban por si solos.

El caos mediático se empezó a notar en las redes sociales el lunes 25, cuando a través de su cuenta de Twitter el gobernador del Estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, enfatizando un claro estado de indignación que se podía sentir con tan solo leer el tweet, compartió un video en el que se observaba como los reclusos del recinto penitenciario ubicado en San Antonio, vestidos como civiles, rendían tributo con disparos al aire a quien consideraban como su Papa, “El Conejo”, líder de El Tren del Pacífico, banda que controlaba desde años atrás.

El video fue grabado por los mismos presos alrededor de las 11:00 de la mañana, se notaba el sol característico de la hora y la molestia en las expresiones de quienes disparaban. La tensión que causaba sólo oír cientos de disparos al aire era escalofriante. La grabación fue subida a la página de Facebook de la organización exactamente a las 8:55 p.m. de ese día. 

Las reacciones no se hicieron esperar. Aparentemente esto sucedió y fue grabado como respuesta a la negación por parte de las autoridades, a la petición de los reclusos para que Rodríguez Cazorla fuese velado en la cárcel.

A escasos metros, a las puertas del contingente, a través de un video que esta vez lo que causó fue vergüenza e impotencia, la Guardia Nacional Bolivariana se quedó impasible tan solo observando el zaperoco y el crujir de los disparos.
A raíz de estos acontecimientos, salió a relucir un nombre: Yolfrank Marcano, alias “El Menor”, quien sería ahora el supuesto predecesor del ex pran y quien fue la principal figura del video, disparando una AK-47 en repetidas ocasiones, sin ningún temor ni tapujo y con el rostro descubierto. En la grabación se observaban más tipologías de armas automáticas y semiautomáticas de las que el mismo Ejército Venezolano podría tener jamás. Un completo estado invertido, el auténtico mundo al revés.
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Marcano es presunto familiar de Rodríguez y desde el momento en el que este cumplió con su condena, se cree que es él quien ha controlado el centro penitenciario que Teófilo gobernó por aproximadamente 12 años, de forma arbitraria al inicio
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El espectáculo que se vivió el martes previó a su entierro y hasta su fin, duró prácticamente ocho horas. A partir de las 10:40 a.m. del martes, los colegios del municipio Mariño, de la calle Charaima específicamente, después de que el alcalde Alfredo Díaz anunciara la suspensión de clases, se dispusieron a llamar a los representantes de su alumnado pidiendo que fuesen recogidos, previniendo cualquier inconveniente que el cortejo fúnebre pudiese ocasionar. 

A partir de ese momento podría decirse que la ciudad colapsó por completo.

Entre las 10:57 a.m. y las 2:24 p.m., el tráfico comenzó a notarse en los puntos por los que pasaba la caravana de “dolientes”. Escoltados por la Guardia Nacional, una muchedumbre paseaba con orgullo y dolor la urna donde se encontraba “El Patrón”. 

Una persona que se encontraba grabando el congestionamiento con el móvil, mientras la procesión pasaba frente al edificio dónde se encontraba, sólo alcanzó a decir “¡Verga, y es a pie que se lo van a llevar!”, dando alusión a que el camino por recorrer era largo.

Bajo el sol característico de la isla, casi no se podía diferenciar entre las lágrimas y el sudor de la multitud que, por las calles, rendían honores al pran. Todo podía ser material y formar parte de un cortometraje que podría llevar por nombre “Sólo en Venezuela”.

La multitud llegó por fin al Cementerio Campo Santo, aproximadamente a las 7 de la noche. El recorrido inició desde su casa natal en Porlamar en la calle San Rafael, donde fue velado a tempranas horas. Tragos, música, bailes, droga y tiros acompañaron lo que sería “la última despedida” antes de proceder a la sepultura. Aunque difícil de creer, todo el paripé terminó cerca de las 9 de la noche.

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Teófilo Rodríguez murió a los 44 años de edad, cinco meses antes de cumplir 45. Su madre aún vive, y tiene una hija, de quien tenía un retrato colgado en el pequeño loft tamaño estudio y altamente lujoso que ocupó los años que permaneció recluido en San Antonio.



“El Conejo” era la personificación del colapso y la descomposición social y política que se vive en Venezuela desde hace años; así como la aparente desgana y poca importancia que le da el gobierno a la situación penitenciaria y la resistencia por hacer algo al respecto. A estas alturas no tenemos ni idea de cuánto estamos a merced de una corrupción más grande de la que imaginamos.

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