El experimentado tuvo
la oportunidad de conocer a Rafael Caldera y de proponerle hacer un estudio
sociológico
Un italiano que se siente más venezolano que europeo
Mario Bruno, un comerciante nacido en Calabria una
pequeña región del país de la pizza, reside en El Tigre desde hace más de seis
décadas ya que a los cinco años, emigró a Venezuela debido a los estragos en su
tierra causados por la II Guerra Mundial
Laura Medina.
Especial.- Con el ruido de los carros pasando por la
calle del frente, rodeado de más de una docena de dibujos hechos por sus 10
nietos y pegados en la pared de su local de venta de equipos de seguridad en El
Tigre, el ingeniero italiano y además comerciante Mario Bruno hace su vida en
su tienda junto a tres de sus siete hijos.
Buscando algo mejor,
cuando tenía cinco años, su familia primero optó por refugio en Argentina antes
de llegar a Venezuela por la Guaira. Llegó al país cuando tenía aproximadamente
siete años. Su salida de Italia se debió a la destrucción y malas condiciones que
le dejó la II Guerra Mundial a su pueblo natal, Calabria.
Llegó con sus padres,
su hermano y su hermana e iniciaron su nueva vida en El Tigre, estado
Anzoátegui, donde ha vivido gran parte de su vida.
Trabajó en una
importante empresa petrolera en Puerto Ordaz, estado Bolívar por lo que vivió
ahí también durante un tiempo, hasta que renunció por problemas con los
directivos y decidió abrir su propio negocio.
Bruno estudió
bachillerato en el Liceo Briceño Méndez en el municipio Simón Rodríguez, se
graduó en el año 1968 con uno de los mejores promedios, lo que le permitió
optar por una beca en ingeniería en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Tras destacar también
como uno de los mejores promedios de la UCV tuvo la oportunidad de ir a
estudiar a Estados Unidos. “Me fui a Miami pero cuando llegué me di cuenta de
que no aprendería inglés por la gran cantidad de latinos que había, así que me
fui a Nueva York pero pasó lo mismo, fue ahí cuando decidí irme a Canadá”,
contó.
Bruno estudió en la
universidad de Brock en Ontario, donde obtuvo un master en planificación
industrial, idiomas y química, también experimentó con cátedras como el teatro
y la literatura. “El teatro es algo hermoso, hay escritores excepcionales. Yo
era muy mal actor pero aprendí muchísimo de la literatura, sobre todo gracias a
mis increíbles profesores.
Estudiar en Canadá fue una de las mejores
experiencias que he tenido y se lo recomendaría a cualquiera”, reseñó el
empresario.
Bruno fue uno de los
fundadores del Instituto Universitario Técnico José Antonio Anzoátegui (IUTJAA)
de El Tigre y su padre ayudó a construir la Plaza Bolívar de la misma ciudad,
cuando trabajaba como albañil al momento de su llegada al país, Además habla
cinco idiomas; inglés, italiano, portugués, francés y español.
El ingeniero fue
presidente de la Cámara de Comercio de Guanipa y es considerado como uno de los
fundadores de la orimulsión, que es un proceso químico por el que pasa el
petróleo extra pesado cuando se une al agua. “No soy el creador de la
orimulsión pero puedo decir con certeza que fui una de las primeras personas en
dispersar, en agua el bitumen extra pesado”, afirmó en medio de risas.
Agitando mucho las
manos, como una especie de tic nervioso, cuenta con mucho orgullo y emoción en
su rostro que se siente más venezolano que otra cosa y que no hay nada como una
arepa o una empanada. “Yo soy más venezolano que cualquiera que haya nacido aquí,
amo mucho a mi país no hay nada más rico que una arepa, de esas que tienen el
huequito en el centro, y las empanadas también”, decía aun con rastros de su
acento italiano en su habla.
Mario Bruno no volvió
a visitar Italia desde que emigró, sus hijos si conocen el país pero él admite
que nunca le llamó la atención volver, sino hasta ahora que ya está viejo. Ha
conocido Colombia, Canadá, Estados Unidos y gran parte de Venezuela y admite
que aun teniendo todas las posibilidades de irse jamás dejaría su país pues
piensa hay que quedarse a luchar por él.
“Pudiendo irme jamás
lo haría, este país es mi casa, es mi hogar e incluso hablando inglés, hablando
italiano y teniendo muchas posibilidades jamás me iría, y mis hijos siempre me
dicen que ellos tampoco lo harían y eso sin yo haberles pedido que se
quedaran”, relató con orgullo.
Vistiendo una camisa
de la selección de Italia, o como él la llama “mi selección azurra”, aun cuando
jamás volvió a su tierra, Bruno afirma que en un partido entre la Vinotinto y
la selección de Italia, preferiría que quedaran cero a cero pues el amor que
siente por ambas selecciones es inmenso.
Ha estado casado dos
veces, su primera esposa la conoció en Canadá y con ella tuvo su primer hijo.
Uno de sus recuerdos más hermosos fue el día que llegó al Aeropuerto de San
Tome y sus amigos, músicos todos, lo recibieron en la entrada esperando para
conocer a su primogénito. El comerciante dijo que fue un momento hermoso y uno
de sus recuerdos más especiales, pues asegura que no recuerda ni su graduación
con tanto detalle cómo recuerda ese recibimiento.
Con su segunda
esposa, “mi criollita” como él la llama, tuvo sus otros seis hijos, todos
hombres y profesionales incluyendo un odontólogo, dos abogados, y cuatro
ingenieros. Afirma que no se arrepiente de no haber tenido hijas pues ahora
tiene cuatro maravillosas nietas y las ama a todas, pero su favorita, señaló en
secreto, es la mayor pues se llama como su esposa: Ana Sofía.
Mario Bruno afirma
que cuando regresó de Canadá encontró a Venezuela muy cambiada y que no se
explica como un país con tantos valores pudo acabar en las condiciones que
enfrenta hoy en día por lo que su mensaje es simplemente invitar a la
producción e industrialización del país, pues expresa que la nación mejorará
cuando los ciudadanos mejoren y trabajen por lo que merecen.
Habiendo hecho casi
de todo un poco, teniendo una larga experiencia de vida y habiendo sufrido las
consecuencias de la Guerra, el magnate dijo que aunque no está de acuerdo con
ellas, una Guerra a veces es lo que se necesita para curar a un país y empezar
de nuevo, por más destructor, devastador y doloroso que sea.